Corría el año 1984 en el centro de pruebas Milford Proving Ground de General Motors, en Michigan, cuando un empleado llamado Jack Clingingsmith, encargado de pruebas de Buick -trabajo de ensueño para muchos amantes del motor-, pasó por una época difícil a nivel económico y decidió sacarse un dinerito extra de forma fácil y sin que nadie se enterara (o eso pensaba él).
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