Lo primero que llama la atención sobre el “Caso Espinar” es esa exigencia ética desmesurada y sin límite en el tiempo que sólo se aplica a ciertas personas. Resulta inaudito que en un país que tolera la corrupción de un modo casi obsceno, se exija a los representantes políticos de izquierda un comportamiento tan exento de todo reproche que sólo dos tipos de seres puedan tener: los ángeles y los recién nacidos. El pensamiento reaccionario cree en la redención. Pero, ¡ay! si eres rojillo la cosa cambia.
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