Después de desaparecer de Alepo y de tratar de envenenar a cinco millones de personas, los Cascos Blancos ya no parecen tan “humanitarios” como antes. Más bien se han puesto en evidencia como lo que son: una rama más de Al-Qaeda, que a su vez es una rama de los imperialistas británicos. Tras la caída de Alepo, la guerra parece entrar en una etapa aún más sucia, si cabe. Actuando de manera coordinada con Wadi Barada, el Califato Islámico ha cortado desde el Éufrates el acceso al agua en Alepo.
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