Acostada en un sillón del hospital de día del Cunqueiro, mira en derredor y sentencia: «Nós non necesitamos unha aspirina, necesitamos a quimioterapia para vivir». Sin embargo, no siempre la reciben. En los últimos días de esta semana, varias decenas de personas con cáncer se tuvieron que ir a casa sin su quimioterapia. El hospital de día estaba lleno y no quedaba ni un solo sillón para que los pacientes pudiesen tumbarse y les introdujesen un tubo en una vena para que el medicamento fuese entrando en su cuerpo. El viernes a primera hora...
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