Verá Vd., no deja de reconcomerme el hecho de que esta carta llega tarde; muy tarde. Demasiado tarde. Como si, sabe Vd., todas sus tropelías al frente del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, sus exabruptos en las declaraciones públicas y ese tonillo de superioridad moral que exhibe en el Congreso no hubieran sido nunca merecedores de esta misiva, pero, en cambio, algo tan nimio como utilizar recursos públicos para su disfrute personal de un fin de semana en la Ciudad de la luz sí que revistiese, de algún modo, más importancia que el...
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