"Ella siempre está expuesta, él es como invisible. Ella carga con el estigma de una ocupación que avergüenza, él es una especie de figura clandestina. A los polígonos acuden hombres solteros, casados, jóvenes, maduros; llevan corbata, o chándal, o mono de trabajo, zapatillas de deporte o trajes caros; conducen coches de segunda mano o vehículos de lujo. No hay nada que les distinga, aunque te los cruces en el metro o en la oficina, o en la reunión de vecinos; no los vas a reconocer. (...)"
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