No se puede entender el Brexit sin saber cómo entró el Reino Unido en la UE y cuál fue su relación con Bruselas mucho antes de que el espíritu euroescéptico se extendiera por el país. Hay que arriesgarse a examinar el carácter nacional inglés –no el británico– y el peso de la historia, sobre todo la reciente: cómo Gran Bretaña salió de la IIGM y cómo influyó esa guerra en el imaginario colectivo. Y por último, cómo el nacionalismo inglés, un fenómeno camuflado bajo capas formadas por otros ideales, ha resurgido en los últimos veinte años.
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