Bajo el glamour y los millones, el mundo del fútbol oculta un gran iceberg: una considerable cantidad de personas que disfrutan de una carrera laboral efímera, desarraigada, lejos de casa, nomadista, y sin cheques de seis ceros. En los casos más extremos, chicos que lo iban a ser todo y acaban defenestrados aun siendo muy jóvenes. Es la cara amarga del fútbol.
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