Miguel Vallés acababa de aterrizar en la sociedad y José Antonio Gutiérrez era todavía un «mísero gnomo», según cuenta él mismo. Se conocieron «en una charla-coloquio sobre el consumo indiscriminado de magdalenas», recuerdan, cuando todavía eran estudiantes. Así fue como empezaron a planear la dominación del mundo desde Teruel. Tenían la misma edad y algo en común: los videojuegos.
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