Abandonó el deporte por la presión que, según ella, se ejerce sobre las jugadoras en una Liga que define como de "supervivencia". "No fue como si mis sueños se hicieran realidad, sino todo lo contrario. Hay un estado depresivo en la WNBA. No genera interés. Cada vez está más devaluada. Se hace cada vez más difícil. No me gustaba la cultura interna y aunque no puedo decir mucho más, era tóxica para mí. Mi alma se estaba rompiendo", comentó al San Diego Union Tribune la exjugador del Ros Casares.
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