En suelo andaluz hubo 55 centros de reclusión para unas 100.000 personas que el régimen franquista usó como mano de obra forzada y elemento económico vertebrador. No eran campos de exterminio, salvo excepciones como el de Las Arenas en Sevilla, donde falleció la mitad de los reclusos. Los presos políticos trabajaron tanto en obra privada como pública, caso de El Colector en el barrio sevillano de Heliópolis, que será señalizado como homenaje a las víctimas con permiso de las entidades implicadas...
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