El campamento está instalado, y por suerte, no ha llovido. Todo el mundo está muy ilusionado y las cosas no pintan nada mal. Somos unos treinta estudiantes de la Facultad de Filosofía comprometidos e indignados ante las recientes reformas en materia educativa, y sorprendentemente, nos hemos organizado sin contratiempos. El profesor Francisco Campos nos ha honrado con su inestimable presencia, y ha impartido una magnífica clase al aire libre en el propio campamento, clase donde no podían faltar autores de la talla de Onfray, Foucault y Nietzsche
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