El filósofo de cabecera de la extrema derecha hizo un viaje desde el falangismo a la ultraizquierda y de vuelta a la nostalgia del imperio católico español. En las tres décadas que siguieron a su llegada a Asturias, en 1960, al filósofo riojano Gustavo Bueno le tomaron todos por comunista. Para empezar la policía de Franco –como podemos leer en los informes que ha rescatado Iván Álvarez–, pero también los propios comunistas: el PCE dos veces le ofreció el ingreso y dos veces lo rechazó Don Gustavo: quería ser independiente.
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