Hay una pregunta recurrente: ¿por qué no se produce el tan manido estallido social? La respuesta es complicada; la soledad de cada tragedia en un universo de millones de personas sentenciadas, que ya no tienen sueños o los consideran inalcanzables. No están ofertados vectores para organizar la indignación y convertirla en propuestas posibles.La desesperación y la indignación tiene que estar acompañadas; individualmente somos casi nada. Es cierto que en muchos barrios existen, activos, mecanismos de solidaridad.
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