La cosa es sencilla. Parece ser que partimos de que el participante tiene que estar hecho polvo por algo gordo, entonces le meten en una caja y le empiezan a bombardear meditante sobreestimulación sensorial. Audiovisual, para ser más exactos. A mi juicio, un remake de la vieja psicosíntesis de Salvador Roquet. Y finalmente le mandan para su casita. Unas catarsis emocionales en directo, que está tan de moda en la tele. Un ejemplo de la cotización al alza de la lágrima en estos tiempos de crisis.
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