La forma de consumir la sustancia está pasando de pincharse y fumarse a esnifarse. El abandono de las jeringuillas evita la transmisión de enfermedades como el VIH o hepatitis y, esnifada, esta droga es menos adictiva ya que no libera la sustancia al cerebro tan rápidamente y se acumulan dosis con menos rapidez. Según el estudio publicado en JAMA, las consecuencias de esta inhalación son "complicaciones cerebrales peculiares y a menudo catastróficas".
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