Es una pequeña zona del cuerpo del hombre y se ha convertido en objeto de deseo. Erróneamente asociado a las prácticas homosexuales, el masaje prostático o estimulación anal vive hoy una época dorada. Lo llaman -también erróneamente según señala el sexólogo Iván Rotella- el punto G masculino, pero empieza a cobrar fuerza otro término, punto P masculino, que alude a la próstata, pues es ahí donde se concentra la posibilidad de una vivencia nueva.
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