El nuevo acuerdo comercial permite el flujo de mercancías a través de las fronteras británicas. Pero deja a las empresas financieras británicas sin el mayor beneficio de ser miembro de la Unión Europea: la capacidad de ofrecer fácilmente servicios a clientes de toda la región desde una única base. El resultado del acuerdo es que la Unión Europea conserva todas sus ventajas actuales en el comercio, particularmente con bienes (donde la UE tiene superávit), y el Reino Unido pierde todas sus ventajas actuales en el comercio de servicios.
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