(...) La decisión de Johnson de prorogue, o suspender temporalmente, el parlamento define su carácter. Al evitar que la Cámara de los Comunes delibere sobre el Hasta luego Mari Carmen -o dar al creciente número de sus opositores parlamentarios la oportunidad de destituirlo- Johnson ha demostrado que se considera un portavoz más legítimo de la voluntad de sus compatriotas que la institución que se ha encargado de realizar esta tarea durante los tres últimos siglos. Es el asalto más claro a la democracia en la memoria viva de Gran Bretaña.
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