Vox ha decidido aprovechar la coyuntura para perseguir lo que parece ser el nuevo objetivo político de la ultraderecha: que el partido sea reconocido como un interlocutor válido, normalizado y asumido por la institucionalidad. Los de Abascal, que son decisivos para que gobiernen las derechas en Madrid, parecen haber priorizado este objetivo a otros, como la entrada en los ejecutivos municipales y autonómicos (aunque no descartan esta opción), y también parecen haber encontrado la entrada al camino de la respetabilidad en la política
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