"Lo único que quedaba a salvo en aquella catástrofe era el honor de la Patria. El vigor de los españoles y su vieja entereza, continuaban intactos. En Santiago y Cavite, nuestros marinos asombraron al mundo con su valor. Un comandante se deja hundir con su barco envolviéndose en la bandera. Un alférez pierde un brazo de un cañonazo y continúa en su sitio diciendo “no importa, me queda otro para la Patria”.
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