La web sufrió un intento de hackeo al poco de ser colgada, cuando aún no se había hecho difusión y tan sólo sus creadores y el Banco conocían su existencia. Al día siguiente, el Santander acusó a los propietarios de la página de estar robando ni más ni menos que las cuentas particulares de sus clientes (phishing). Todo ello con el objetivo de eliminar la web. Y por poco lo consiguen, pero por suerte la justicia acabó prevaleciendo y hoy podemos gozar de una web que destapa las vergüenzas del Santander.
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