Estamos asistiendo a una degradación sincronizada de la atención bancaria: oficinas con poco personal, pocos cajeros automáticos y estropeados, gestiones solo online o en horarios cada vez más reducidos, citas previas imposibles de reservar porque nadie coge los teléfonos. Gente mayor humillada, avergonzada, indefensa por no poder manejarse con una tecnología que les supera. Este es el día a día de millones de personas de la tercera edad que la banca ha convertido en clientes de tercera. Es el maltrato bancario.
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