Por su alto contenido en azúcar, los refrescos empiezan a engrosar las listas negras de productos que las autoridades sanitarias quieren desincentivar. Y gravar: el Gobierno italiano de Mario Monti pretende seguir la estela de Francia e imponer un impuesto especial a las bebidas azucaradas “para fomentar los hábitos alimentarios”. La industria de bebidas emprende así una batalla como la que ya libraron las del tabaco o el alcohol.
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