El planteamiento fundamental pasa por utilizar los datos de concentración de coronavirus en las aguas residuales para clasificar el estado de cada barrio y asignar, en función de la situación, un color del semáforo a cada sector analizado. De esta manera, aquellas zonas cuya concentración del virus fuera alarmante recibirían la peor calificación y se les asignaría el indicador rojo. Y a aquellas en las que se registraran niveles más optimistas, se les atribuiría otro color de la escala semafórica, verde en el mejor de los casos.
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