Un cambio en la forma en que nos hablamos a nosotros mismos (autodiálogo) cuando experimentamos emociones desagradables o situaciones desafiantes puede incrementar la capacidad de regular las emociones. Este cambio, sutil pero importante, consiste en hablarnos por nuestro nombre o usar los pronombres en segunda o tercera persona singular. Por ejemplo, en vez de decir: “Ahora cómo voy a arreglar este problema sin empeorarlo”, puedo decir “David, ¿cómo puedes resolver este problema sin empeorarlo”? Hay evidencias de que esta técnica funciona.
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