La falacia del argumento antiaborto radica en el paso de la afirmación científicamente acertada de que el feto es un individuo vivo de la especie Homo sapiens y que, por tanto, tiene el mismo derecho a la vida que cualquier otro ser humano. La pertenencia a la especie Homo sapiens no es suficiente para conferir el derecho a la vida a un ser. Como tampoco la autoconciencia o la racionalidad pueden conceder una mayor protección al feto que a una vaca, pongamos por caso, porque el feto tiene capacidades mentales inferiores a las de las vacas.
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