"Quiero alimentar al mundo". Ésta es la ambición de Adam Smith, un joven que fundó un pequeño café en una tranquila calle de Leeds, en el norte de Inglaterra, que ofrece un menú de comidas preparadas exclusivamente con alimentos que, de otro modo, irían a parar a la basura. Pero Smith no busca sus ingredientes entre los desechos: ha establecido una relación con los comercios locales que le entregan productos vencidos, catalogados de forma incorrecta o que por algún motivo serán descatados.
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