Morderse los dedos, goteros llenos de ácido, presionar los dedos en metal ardiendo o médicos para alterar quirúrgicamente sus huellas dactilares. Los casos van en aumento desde el 2002 de manera paralela a la tecnología utilizada por la policía. Es un método de momento seguro: solo han identificado a un 17 % positivamente de los que lo han hecho la década pasada en Massachusetts.
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