En el poblado de Kancabchen (estado de Yucatán, México), un maestro se propuso enseñar a sus niños con una tecnología diferente. Varios años mendigando ordenadores obsoletos a empresas e instituciones no fueron suficientes para obtener, ni siquiera, una sola unidad: "me valen aunque no enciendan. Lo que quiero es que los niños sepan qué es". Harto de las negativas no cejó en su empeño y construyó su 'ordenador'. A un cuadro viejo le colocó un pedazo de fieltro verde en el centro. Lo complicado fue el teclado, pero para eso estaban sus alumnos.
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