En el mes de octubre de 2014 atropellé a un peatón con mi bicicleta cuando venía del trabajo. Cruzó por un lugar indebido y colisionamos en el centro del ciclocarril-30 de la calle Alberto Aguilera. De resultas del impacto, quedé esparramado y aturdido en la calzada. Mientras, los coches sorteaban mi bici y mi cabeza. Eran las siete de la mañana, lloviznaba, y ningún conductor paró a socorrerme. El atropellado, tampoco lo hizo. Se dio a la fuga, haciendo un Forrest Gump. Me levanté como pude y salí en su persecución...
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