Es atómico, pero no radioactivo. Al menos, así lo aseguran los mentores de Atomik, el último vodka en llegar al mercado, elaborado a partir de centeno y agua procedentes de Chernóbil. Más exactamente, de la zona de exclusión que se estableció en torno a 30 kilómetros de la planta nuclear tras el terrible accidente que tuvo lugar allí el 26 de abril de 1986, causando la muerte de 30 personas (sin contar los fallecimientos posteriores por los efectos de la radiación, claro, ya que el balance exacto de fallecidos sigue siendo una incógnita).
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