Si te gastas tu subsidio de desempleo en el bingo, es normal que tengas problemas. O si tienes la mano floja y a la mínima te lías a hostias, es normal que acabes acumulando juicios y sentencias en tu contra. Lo curioso es que nadie parece reconocer su parte de culpa. Raro es el caso de algún usuario de mi taxi que me acabe confesando que en verdad la cagó él solito, sin ayuda de terceros. Yo escapé de mis problemas reconociendo que soy gilipollas. No hay nada de malo en ello. Asumir que soy gilipollas me salvó la vida. Así que piénsalo.
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