Cada vez que habla Mark Rutte, sube el pan hasta alcanzar tarifas de caviar beluga. O dicho de otra manera, el secretario general de la OTAN anda con ganas de sablearnos a mayor gloria de la industria armamentística. Hace ya diez añitos, los países de la Alianza Atlántica se comprometieron a gastar un 2% de nuestro parné en misiles Tomahawk y carros de combate. Ahora el 2% no basta y nos piden más madera, vamos a por el 3%, que la cosa está muy mala y hay que ir afilando los cañones.
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