“A mí estos cabrones no me fusilan”, dijo el aviador Antonio García Borrajo a algunos compañeros del campo de prisioneros de Albatera. Los miles de soldados y oficiales republicanos que obedecieron la orden de reunirse en Los Almendros, cerca del puerto de Alicante, para embarcar hacia Orán (Argelia), fueron bombardeados por los aviones italianos mientras esperaban unos barcos que nunca llegaron. “Nos engañaron como chinos”, recordaba García Borrajo.
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