Ya en 1953, el psicólogo B. F. Skinner se refería a los efectos paradójicos de la incertidumbre sobre el comportamiento. Cuando una actividad es recompensada de forma intermitente e impredecible, las personas podemos llegar a practicar esa actividad con una frecuencia e intensidad tal que sus costes acaban excediendo sus posibles beneficios. Los juegos de azar son un ejemplo paradigmático. Administran recompensas con un alto grado de incertidumbre, casi siempre producen acumulación de pérdidas, y aun así existen en casi todas las culturas.
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