La policía se enfrentaba a una de las investigaciones más difíciles. Un crimen en mitad de la nada, en un paraje natural, sin testigos ni cámaras de seguridad. Sin apenas pistas. Lo único que sabían los agentes es que buscaban a un hombre con mala pinta. Un desconocido al que David dio un poco de agua porque estaba sediento, como escribió el joven por WhatsApp a alguien de su entorno. David ya no volvería a responder ni a coger el teléfono. Lo siguiente que encontraron fue su cadáver con dos disparos en la cabeza.
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