Hussam Dwaith era laico, bebía alcohol, consumía drogas, y no tenía ninguna filiación de tipo islamista ni nada que se le pareciera. Incluso tuvo una novia judía. De hecho podrían haber sido precisamente sus desencuentros amorosos unidos a su breve paso por la cárcel los que terminaron de desequilibrarle mentalmente y le llevaron a cometer tales atrocidades.
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