En el mundo de internet y las redes sociales, quienes tienen mucho que proteger y que perder deben andarse con cuidado. Un error garrafal, una filtración explosiva, un comentario malintencionado, inclusive un dato viejo que se hace público, pueden en cuestión de segundos hacer añicos su reputación. Desde hace cinco años los conocedores de la web han desarrollado técnicas para minimizar los daños cuando algo así sucede: son una especie de aseadores que retiran el material digital pestilente lo más lejos posible y lavan la imagen de la víctima.
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