Según Apiano,el viejo Catón pensaba que dejar reflorecer a Cartago suponía un peligro futuro para Roma, en contra de sus grandes adversarios, los Escipiones, que optaban por mantener viva a Cartago, pues su mera presencia evitaría que Roma se quedase sin su enemigo secular y esa falta de estímulo se tornara contraproducente. Como era de esperar, el desastre final vino desde la vecina Numidia. Masinisa, resentido y ávido de más y más territorios y privilegios a costa de la constreñida Cartago, entró en territorio púnico al frente de su ejército.
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