A Ana Botella la perseguirá siempre el ruinoso negocio de la venta a fondos buitres de un volumen nada despreciable de viviendas públicas, siendo ella alcaldesa. El reciente informe de la Cámara de Cuentas sobre aquella operación puede tener serias consecuencias. Botella y sus colaboradores seleccionaron prácticamente a dedo a los compradores, poco menos que les regalaron los inmuebles, dejaron tirados a las modestas familias que vivían en ellos y encima hicieron perder un montón de millones a los contribuyentes madrileños.
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