No quiero que te ofendas por esto, pues me caes muy bien, eres una persona fantástica y quiero seguir siendo tu amigo. Además, me alegra recibir correos personales tuyos (no reenviados) y que me cuentes de tu vida y demás. Pero hay ciertas cosas que deberías saber antes de reenviar ese correo gracioso, esa alerta de virus, esa falsa petición de ayuda para un niño enfermo o ese “no rompas la cadena”...
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