¿Puede suponerse que la mayoría de entre la plétora de extranjeros que nos visitan, con predominio de ingleses y alemanes, evitarán meter el pie donde no deben tras percatarse de que se están arreglando las alcantarillas? Y los castellanohablantes -también hay turismo peninsular sin idea de catalán- tal vez echen mano al monedero por temor a alguna clavelera que anduviese cerca. Sucs y llonguets, anuncian en una tienda, aunque seguramente el negocio mejoraría de añadir traducción en inglés: Juices and sandwiches.
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