Somos seres vivos con unas características sensoriales muy concretas que vemos un trocito muy pequeño del espectro y a partir de ahí hemos sido capaces de trascender esas limitaciones. Para entenderlo, se suele decir que si el espectro fuera una cinta de celuloide de una película que fuera desde Madrid a Moscú, lo que vemos equivaldría a uno solo de los fotogramas. O como si tuviéramos una televisión con un millón de canales y solo sintonizáramos uno. Ahora, hay especies que pueden ver igual o incluso más.
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