Guardias civiles entregaban supuestamente borradores de contratos a empresarios del textil para que confeccionaran los pliegos a su antojo; la empresa terminaba llevándose la contratación pública de los uniformes de la benemérita por un buen pico y, a cambio, los funcionarios eran presuntamente agraciados con un porcentaje del dinero, tarjetas regalo, viajes o monterías. Este era el modus operandi de una enorme trama de corrupción: hay seis guardias civiles imputados y hasta 26 empresas bajo el foco.
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