Pasamos gran parte de nuestra vida dedicados a relacionarnos directa o indirectamente con otros seres humanos. Esta interacción, para la mayoría, nos resulta reforzante y necesaria porque somos fundamentalmente sociales. Para muchas personas, estas relaciones sociales cotidianas son un martirio y las viven con gran malestar. Especialmente cuando se trata de adolescentes con ansiedad social. Mientras los demás pueden disfrutar y aprender de una conversación en grupo, para ellos puede convertirse en un reto difícil o imposible de realizar.
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