Hoy sabemos que el relato oficial de los acontecimientos estuvo parcialmente sesgado, de forma que contribuyó a legitimar la invasión de Gaza. El Gobierno de Benjamín Netanyahu favoreció una narración de los acontecimientos agravada con elementos ficticios, como las supuestas decapitaciones de bebés. Y, sobre todo, ocultó información importante, como la responsabilidad del Ejército israelí en la muerte de varios civiles o los ofrecimientos de Hamás de liberar a los rehenes en los días posteriores.
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