Acostumbrado a ganar elecciones con la gorra allá en Galicia, alzando mucho los brazos, intentando sonreír sin que se le rompieran las gafas, Feijóo todavía no acaba de entender el mecanismo parlamentario por el cual no le alcanzan los escaños. Alguien debería explicárselo, porque el pobre hombre sigue sin entenderlo y cada vez que alguien le cuelga el teléfono mientras intenta negociar la investidura, se le va más poniendo más pinta de Paco Martínez Soria en La ciudad no es para mí.
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