Desde los girasoles de Van Gogh hasta “El grito” de Munch, no faltan obras de arte fundamentales creadas con un llamativo tono amarillo cadmio. Pero ese derroche de color no es necesariamente lo que visitantes de museos pueden ver hoy en día: el brillo del amarillo cadmio puede disminuir con el tiempo, al desvanecese la pintura y tornase blanquecina. Los investigadores descubrieron que una marca de pintura preferida por el Miró tenía una estructura atómica que la predisponía a la degradación. [Paper:
doi.org/10.1186/s40494-023-00987-4 ]