El 80% de las personas que te rodean no lo entiende o, directamente, ni se te ocurre contárselo para no arruinar (aun más) tu imagen. Te lo callas como buenamente puedes. Llegas a un punto en el que ni tú mismo lo entiendes, y te sorprendes repitiendo mentalmente las mismas frases hechas en una desesperada búsqueda de consuelo: “vivió muy bien”, “es algo natural, era muy viejo”, “cuántos quisieran estar así de cuidados”, etc. Pero no logras nada.
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